La campaña electoral se desarrolló en lo que los viejos reporteros de fútbol definieron como «un partido con dos partidos bien diferenciados». En un principio, el PP parecía propulsado hacia un triunfo imparable tras el cara a cara televisado en el que sur líder, Alberto Núñez Feijóo, sacó de sus casillas a Pedro Sánchez. En la segunda, los populares han encadenado tropiezos hasta acabar elevando por las nubes la moral de los socialistas, que llevan varios días noqueados por el gatillazo de su líder en el conflicto televisivo. La otra fuerza de la izquierda, Sumar, que también se mostró vacilante en el inicio de la campaña, recibió un requerimiento de euforia entre los elogios a su candidata, Yolanda Díaz, en el debate tripartito del pasado miércoles. Y así, entre una cosa y otra, el campo concluyó este invierno en un clima impensable durante una semana, con la izquierda soltando el calor de la remontada ante una reivindicación a la que la inmensa mayoría de la opinión pública —más del 60%, según las últimas encuestas conocidas— le dio por ganar.
Los enfervorizados miles de militantes socialistas que saludaron este viernes a Sánchez en un entusiasta mitin en Getafe redactaron un sorprendente cuadro para el partido al que las apuestas se sitúan como persodor. “La derecha y la ultraderecha están desfondadas”, proclamó un líder socialista desatado, que insistió en seguir “hasta la última pedalada, hasta el último spiro, hasta el último voto” para anotar el domingo una “vuelta victoria”. La vispera, los socialistas más viejos ya habían visto con asombro venir unas 4.000 personas dejaron un pequeño auditorio de Lugo para aclamar a Sánchez. En esta provincia, que no estaba incluida en la agenda de campaña del presidente en un inicio, tiene una serie de pequeñas batallas que, en conjunto, pueden decidir una vez las elecciones. En 2019, PSOE y PP compartirán allí los cuatro escaños. Ahora los socialistas luchan por una pequeña fuga de votos para acabar con el balance 3-1 a favor de los populares.
Cuando el pasado martes entró en vigor la prohibición de publicar reuniones, elvienso demoscópico ya parecía haber rollado legeramente tras una semana castigando sin misericordosa ai socialistas. El PSOE apuntaba a una tímida recuperación. Desde un inicio no han podido saber más probeos, sin embargo quienes manejan internamente los partidos y si comentan el punto bajo indican —con cautelas obligatorias en estos casos— que la tendencia se ha consolidado. Los investigadores de los sondeos consultados insisten en que los populares son los favoritos, pero que, a la vista de lo visto en los últimos días, Antoja abandonará prematuramente la batalla por el resultado.
En Getafe, Sánchez quiso convencer a los asistentes de que es posible reeditar la coalición entre el PSOE y “el partido de Yolanda Díaz”. El segundo de los socios del actual Gobierno también ha conquistado el campo en plena subordinación. El mayor motivo por el que Papel de Díaz ha creído en los últimos días es que el PP ha dejado de ignorarlo para convertirlo en el blanco de sus ataques. Y en términos furibundos. La FAES, la fundación de José María Aznar, llamó en un editorial “figurín neocomunista confeccionado a toda prisa con retales de Dior y mediocre literatura de autoayuda”. La víspera, Feijóo recibió una lluvia de protesta de machista en las redes sociales para cuestionar las cifras de plantilla del Ministerio de Trabajo con el chascarrillo de que Díaz “sabe mucho de maquillaje”.
Feijoo y la verdad
Líder de Sumar contribuyó a los recientes apuros de Feijóo porque supo introducir como uno de los grandes temas de la recta final de campaña la vieja amistad del candidato del PP con el contrabandista, luego condenado por narcotráfico, Marcial Dorado. No hay hábito promedio que Feijóo tomó esta semana y le pidió una opinión que no tuvo la oportunidad de expresar. Este viernes en la Cope alegó que en la época en que fueron amigos, cuando él ejercía ya puestos públicos relevantes, Dorado “era contrabandista, no narcotraficante”, una forma de reconocer que se dedicaba a actividades delictivas.
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Feijóo había construido uno de los ejes de la campaña en presentarse como el abanderado de la verdad frente al “Gobierno de la mentira”. Además, el mismo ha sido cazado en varias falsedades notorias, y se relata si ha sido amonestado. La vehemente defensa de la verdad como valor indispensable de la política ha sido monopolizada por los discursos de campaña. En su mitin de este viernes en Málaga lo proclamó bajó ya varios tonos.
Si el sueño de la izquierda es la remontada, el PP es una mayoría próxima a la absoluta que le permite gobernar sola. Feijóo lo volvió a explicar en Málaga, acompañado del presidente andaluz, Juanma Moreno, para evocar precisamente lo ocurrido el año pasado en las elecciones de esa comunidad. Los populares siguen vienen como triunfos, pero han moderado la euforia. Han acabado la campaña multiplicando las advertencias para no incurrir en un exceso de confianza y las llamadas a votar por el electorado de Vox. Mientras las bases de la derecha se han agitado sin decir «qué votas, Txapote», el candidato popular ha insistido en contratar un mensaje conciliador. “No vengo a romper nada, ni a venderme de nadie”, aseguró.
La prioridad en Vox es frenar las fugas del PP que venía detectando las encuestas. Abascal, que optó por aborrecer las críticas del simpatizante de Feijóo en el debate sobre su pasado juvenil, cambió de estrategia en el ruedo de la campaña y le acusó de preferir negociar con el PSOE que con su partido. Vox se hizo cargo de su lugar fetiche, la madrileña plaza de Colón, guarnecida por una gigantesca bandera de España. A diferencia de la exaltación de los otros días, éste no fue tomado en consideración.
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