El domingo 11 de junio, el evento fue tanto en el suelo como en las gradas. Por primera vez desde el comienzo de la quincena, la afición de la Central de Roland-Garros no desertó antes del final del partido, ya que habían desarrollado su molesto hábito desde el comienzo del torneo, cuando no estaban practicando abiertamente el política de asientos vacíos, nefasto flagelo a la imagen de una cita que presume de estar agotada.
A pesar de un escenario unilateral, los 15.000 espectadores querían no perderse un momento de importancia histórica en el campo Philippe-Chatrier. Mira a Novak Djokovic levantar su tercera Copa de los Mosqueteros, contra el finalista saliente Casper Ruud de Noruega (7-6 [7-1], 6-3, 7-5). Pero, sobre todo, ganando sus 23Y título de Grand Slam, lo que lo convierte en el más grande, aritméticamente.
La serbia se une a la estadounidense Serena William en la historia de su deporte y deja al margen a su rival español Rafael Nadal (22). Este año la ausencia del titular del título, convaleciente, había abierto el cuadro a la veintena, se dejó sentir desde el anuncio oficial de su paquete el pasado 18 de mayo. Los pretendientes han acudido en masa a las puertas del reino de la Porte d’Auteuil, un símbolo de la monarquía casi absoluta de Mallorca durante casi veinte años. ¿Os prometimos esta añada 2023 amenizada por un nuevo suspense sobre su desenlace?
Kylian Mbappé y Tom Brady en la grada
Fue olvidarse un poco rápido de la ley «Djoker»: Novak Djokovic nunca es tan trascendido como en un formato al mejor de cinco asaltos. Sin embargo, Casper Ruud (Nº 4 del mundo) aprendió de su derrota ante Nadal el año pasado y regresó con fuerza a la final cuando su oponente (Nº 3) se vio abrumado por el peso de la historia, a la vista de todo su clan, y un elenco de cinco estrellas que reúne a Tom Brady, Kylian Mbappé y hasta Mike Tyson. Pero ante este rival que nunca le había ganado, el serbio no tardó en dejar hablar a su rango.
El jugador, que acaba de celebrar su 36 cumpleaños, es consciente de que el reloj de arena ya se ha agotado para no perder la más mínima oportunidad de saciar su sed de eternidad. Vive solo para los títulos de Grand Slam. «Esto es básicamente lo que todavía me motiva cuando me despierto por la mañana», dijo el viernes, después de una semifinal en la que los corredores de apuestas lo habían convertido en el forastero contra el nuevo general del circuito, Carlos Alcaraz.
Muchos ya imaginaban un relevo con el español, nacido en mayo de 2003, año en el que el serbio debutaba en el circuito profesional. El enfrentamiento entre los dos hombres se había fantaseado desde el sorteo. Por un lado, la fogosa y voraz juventud del tornado de El Palmar (Murcia), que hasta el momento se lo había llevado todo a su paso -incluso Stefanos Tsitsipas perdió su griego en cuartos de final (6-2, 6-1, 7- 6).
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