Sáb. Sep 14th, 2024

En esto, Carlos Alcaraz no es demasiado original. Como la inmensa mayoría de los tenistas, cuando era pequeño y empezaba a pelotear, el murciano soñaba con triunfo algún día en Wimbledon, el templo de los templos de la racketa, dream goal that now queda a expensas únicamente de un último golpe de riñón. Entre él y la gloria, a matiz nada menor: Novak Djokovic. Y el camino elegido por el número uno para realizar este antiguo pensamiento infantil es claro: el camino Zen. Es una final (15.00, #Vamos) dentro de dos cabezas. La mente privilegiada del consumado estratega serbio, rey del área limitada, la hueste eterna, y el compartimiento de la psicología verde de España, aun advenedizo, pesó sobre este quemando etapas a una velocidad inusitada. En pleno proceso de aprendizaje, construcción, análisis del sucesor del 9 de junio en Philippe Chatrier, cuando la situación (Nole) el vino demasiado grande y proyectaba el plan.

“Creo que aprendió de eso. Ir a ser una especie de lucha personal, en el sentimiento de no querer que ocurra lo mismo, de hacer las mejores cosas para no querer triunfar”, introduce el joven rey del circuito, superado por las circunstancias y el abrasador balcánico desplegado hace poco más de un mes, durante la semifinal de Roland Garros. “Probablemente mare un partido muy mental, hablando por mí, perché él ya ha vivido esta experiencia más de una vez. Vamos a intentar maintenernos calmeados ya intentar disfrutar y ofrecer nuestro mejor nivel”, prosigue Alcaraz, que el día anterior a desenlace de este Wimbledon sigue a rajatabla el boceto acordado por é y su equipo: un po de gymnasio, un paseo por el bucólico parque del distrito SW19, dormir bien, distraerse con sus allegados y, en la medida de lo posible, móvil fuera.

Alejandro Ciriza te lo cuenta. Puedes leer el artículo completo en este enlace.