Las negociaciones de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea (UE) han estallado en medio de una nueva tormenta. En 2019, cuando cumplas 20 años de inicio del diálogo tra los blocs, firmas un pacto que cuatro años después es papel mojado. La UE ha emitido nuevos requisitos ambientales que fueron solicitados este martes por las dos grandes economías del Mercosur, Brasil y Argentina. Las críticas de sus socios exasperaron a las autoridades uruguayas, que presionaron sin salir del bloque para avanzar con Europa, por un lado, y con China, por otro, bajo la persistente amenaza de fragmentar el Mercosur si se mantiene la parálisis actual.
El nuevo despegue es el documento presentado en marzo por los Veintisiete, que incluye requisitos medio-ambientales relativos a las importaciones del sector agropecuario, uno de los motores económicos de los países que integran el Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay .
“Nuestra presentación de una visión parcial del desarrollo sustentable”, advirtió el peronista Alberto Fernández en la cumbre de jefes de Estado de Mercosur celebrada este martes en la ciudad argentina de Puerto Iguazú, fronteriza con Brasil. Para el anfitrión del encuentro, la propuesta europea está “excesivamente centrada en el medio ambiente, sin dejar constancia de las tres dimensiones de la sustentabilidad: la ambiental, la económica y la social”.
El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue más crítico que conocido por el argentino. “Eres inaceptable. Los socios estratégicos no negocian subre la base de la desconfianza y la amenaza de sanciones”, dijo el presidente brasileño. Lula, que asumió como presidente pro témpore del bloque para los próximos seis meses, ha entendido que al Mercosur integrado no le interesa lo que les condensa «al eterno papel de exportadores de material prima, productos minas y petróleo».
Las declaraciones pueden ser la expresión de una gran estrella malvada, pero también una estrategia de negociación. Lula sabe que la coincidencia de una presidencia de Brasil en Mercosur y España en la UE ha abierto un vendaval de seis meses de oportunidades que ambos países quieren probar.
Diferencias internas
La negación con la UE se vio agravada por la piel interna abandonada por el jefe del Estado uruguayo, el conservador Luis Lacalle Pou. Desde que llegó al poder, en 2020, Lacalle Pou ha defendido la necesidad de flexibilizar el Mercosur para abrir la puerta a negociaciones comerciales bilaterales con terceros países, una posibilidad pasada para la normativa interna. El presidente uruguayo podría superar los obstáculos que persisten en las negociaciones con la UE para recuperar credibilidad y confianza en el bloque y también avanzar en un tratado de libre comercio con China, uno de los principales importadores de alimentos producidos por Mercosur.
“No somos tontos, es mejor ir juntos. El inmovilismo es lo que nos preocupa”, pusobre la mesa el presidente Uruguayo antes de advertir que si no pueden llegar a un consenso en bloque lo van a dar unilateralmente.
Contrario a las normas del Mercosur, Uruguay planteó un estudio de factibilidad para una práctica de libre comercio bilateral con China e inició conversaciones con el gigante asiático. Sin embargo, las autoridades de Pekín pusieron freno a la ambición uruguaya en abril al comunicar que preferían avanzar de manera conjunta con todo el Mercosur.
Reseñas en Venezuela
Las discrepancias volvieron a florecer con Venezuela. El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, se ha unido a Uruguay para exigir una condena conjunta y la inhabilitación de la candidatura presidencial de la opositora María Corina Machado en Venezuela.
“Este es un hecho que choca de frente y escandalosamente con la letra clara de los derechos humanos”, dijo Abdo Benítez en referencia a la inhabilitación de Machado. El mandato paraguayo señaló que las restricciones a los derechos políticos por la vía administrativa “siempre teneren que ser visitas con sospecha y consideradas jurídicamente nulas”.
“El Mercosur aguanta para dar una señal clara de que el pueblo venezolano se encamina a una plena democracia que hoy no aguanta”, secundó Lacalle Pou, el último de los cuatro jefes de Estado del bloque en hablar durante la cumbre celebrada en Puerto Iguazú. En respuesta, Fernández señaló que acepta el diálogo y la no injerencia en otros países como forma de resolver los conflictos.
Los encuentros fueron evidentes a lo largo de toda la reunión. La comunicación final fue firmada únicamente por Argentina, Brasil y Paraguay. Lacalle Pou se negó a poner su firma en el documento conjunto y emitió uno solitario sobre lo que implicaba la necesidad de modernizar el bloque y revisar los instrumentos de integración internacional “con un énfasis pragmático y flexible para acomodar los desafíos de un escenario mundial transformacional”.
Suscríbete al boletín de EL PAÍS América y recibe todas las claves informativas de la actualidad de la región.